DESCUBREN UNA FAMILIA DE ARMADILLOS

DESCUBREN EN SAN PEDRO UNA “FAMILIA” DE ARMADILLOS GIGANTES



DESCUBREN EN SAN PEDRO UNA “FAMILIA” DE ARMADILLOS GIGANTES

Son ejemplares de diferentes edades que murieron atrapados en un pantano hace unos 600.000 años

 

Todo comenzó el 1 de junio de 2017. Fausto Capre, maquinista de la empresa Tosquera San Pedro, dio la voz de alerta al Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo que conduce el Museo Paleontológico de San Pedro, en provincia de Buenos Aires. La gran pala de la retroexcavadora había rozado un fósil a unos 9 metros de profundidad del nivel actual de suelo...

Así comenzó el hallazgo del primer grupo de armadillos gigantes en diferentes estados de desarrollo que vivieron y murieron en la edad Ensenadense, durante el Pleistoceno medio.

 El esfuerzo por salvarlos

El lugar donde se los descubrió es una cantera en explotación ubicada a unos 5 kilómetros al Este de la ciudad. En ese sector es constante el movimiento de máquinas y camiones, por lo que el equipo del Museo debió responder con rapidez al llamado de la empresa. A las pocas horas de aquel aviso, se comenzaban las acciones necesarias para resguardar al primer ejemplar de posibles roturas. En unos días se logró retirarlo...

Pocas semanas después, en octubre, la alerta se encendió nuevamente a escasos 15 metros de donde había aparecido el anterior. Otro gliptodonte asomaba apenas entre las rocas de la cantera.

Las primeras observaciones alentaron al equipo del Museo de San Pedro; a todas luces se trataba de un ejemplar pequeño; un juvenil. Se había dado con un gliptodonte aún en etapa de desarrollo corporal. Un ejemplar muy valioso para el equipo que lo estudiaría más adelante.

Pero la historia no terminaba ahí…No se había finalizado con la extracción del segundo animal cuando la máquina de la empresa dejó a la vista al tercer acorazado fósil. A unos 25 metros del segundo, el último de este grupo, aguardaba ser recuperado para la ciencia.

El grupo del Museo trabajó con todos los climas para poder salvar a esta “familia” de grandes armadillos prehistóricos. Se sucedieron lluvias que demoraron las tareas, hubo días con vientos que levantaban intensos remolinos de polvo y se dieron temperaturas de hasta 38 grados. Pero aún con esas condiciones, hasta el último de los tres armadillos gigantes pudo ser trasladado con éxito al Museo de San Pedro.

En cada caso se tuvieron que hacer los habituales “bochones” de yeso para proteger los ejemplares; bochones cuyos pesos rondaban los 500 kilogramos, con yeso, mallas de alambre y lingas de acero para contener los restos fosilizados en sus posiciones originales.

Pero allí se sumó la colaboración de otra empresa, Spósito S.A., que aportó el camión grúa necesario para trasladar los pesados hallazgos.

Así, con la interacción del museo y las dos empresas, esta “familia prehistórica”, llegó a la institución ubicada en pleno casco histórico de la ciudad. Luego de luchar contra los avatares del clima y los tiempos necesarios que imponían los materiales hallados, el proceso completo culminaba en enero de 2018.

Cómo se los encontró

Las posiciones en las que estaban los tres armadillos gigantes, la disposición de los huesos de cada gliptodonte y las características del sedimento que los rodeaba, permitieron reconstruir una escena ocurrida en un lejano día de la prehistoria bonaerense. El análisis del contexto permitió saber que estos pesados animales habían muerto atrapados en un pantano hace unos 600.000 años atrás. También se supo que dos de los ejemplares fueron depredados por carnívoros; tal vez, perros salvajes.

Esto se dedujo al detectarse mordidas en la fíbula izquierda (peroné, en los humanos) del tercer ejemplar recuperado, donde se observaron puntos de presión comparables, en magnitud, a la dentadura de ciertos cánidos.

Los dos ejemplares adultos estaban invertidos. El primero que se descubrió sólo conservaba ciertas partes de su esqueleto interno. Como si hubiera sido “vaciado”. El otro adulto estaba en la misma posición pero aún conservaba muchas piezas internas. Al costado de su coraza se encontraron, amontonados, numerosos huesos: fragmentos de costillas, parte del espinazo, una vértebra de la cola y la pata trasera izquierda completa y articulada, es decir, armada. Como si alguien hubiera sacado todo eso del interior de la coraza y se hubiera puesto a almorzar al lado del gran caparazón. Y esta idea se confirmó una vez que los materiales se vieron en el laboratorio del museo. Uno de las piezas óseas presentaba una zona con numerosas mordidas que, en ciertos puntos, habían quebrado el hueso.

El segundo ejemplar es la estrella que desvela a los paleontólogos que van a estudiar en profundidad estos materiales hallados en San Pedro. Se trata de un juvenil. Un adolescente, en términos humanos. Un ejemplar que aún estaba en desarrollo al momento de su muerte. Los científicos esperan sacar de él mucha información hasta hoy desconocida y aprender detalles novedosos de estos grandes mamíferos durante su crecimiento.

El joven armadillo gigante está completo en un 99 % y todos sus huesos están articulados entre sí. Los carnívoros no lograron depredarlo y quedó fosilizado en el barro del pantano, inclinado hacia su izquierda en ángulo de 45º. El espeso barro que lo atrapó hasta morir, lo mantuvo en suspensión. Así lo halló el grupo del Museo; como si se tratara de la fotografía de un momento único de la prehistoria capturado para siempre.

El estudio de un hallazgo único

Para los investigadores que tendrán el desafío de analizarlo, este descubrimiento marcará un antes y un después en el estudio de este grupo de animales. La tarea estará a cargo del Dr. Alfredo Zurita y el Lic. Francisco Cuadrelli, ambos investigadores del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del CECOAL-CONICET-UNNE (Centro de Ecología Aplicada del Litoral-Corrientes). Zurita es especialista en estos grandes acorazados fósiles y como tal, opina que “el hallazgo de estos tres ejemplares (dos adultos y un individuo juvenil) en sedimentos del  Pleistoceno temprano-medio (600 mil años), abre nuevas perspectivas para el estudio de estos interesantes animales fósiles.  Los gliptodontes constituyen un linaje de grandes herbívoros acorazados con una historia evolutiva sumamente extensa en Sudamérica, de más de 35 millones de años, hasta su extinción hace unos 10 mil años atrás.  Sin embargo, es muy poco lo que se conoce sobre aspectos tales como su desarrollo ontogenético (cambios físicos durante el crecimiento) y posibles casos de dimorfismo sexual (diferencias ente machos y hembras), entre otras cosas. En este escenario, el hallazgo de tres ejemplares asociados correspondientes a la especie Glyptodon munizi tiene un particular interés científico. El hecho de que entre estos gliptodontes haya un individuo juvenil en excepcional estado de preservación permitirá estudiar, por primera vez, cuestiones clave en estos animales tales como las variaciones morfológicas ocurridas durante el desarrollo y posibles diferencias entre los machos y las hembras; esto último, hasta ahora solo analizado en gliptodontes de América del Norte. Este es el primer hallazgo de tres ejemplares en tan buen estado de preservación, de modo que su valor científico es sumamente alto. De hecho, tampoco contamos con muchos registros relativamente completos de esta especie, limitados a la provincia de Buenos Aires y el Valle de Tarija en Bolivia.”

Las plantas que habitaban aquel pantano

El estudio de esta “familia” de grandes bestias se complementa con la búsqueda de vestigios que permitan identificar algunas de las plantas que poblaban el ecosistema donde fueron hallados. Por estos días, en el Laboratorio de Paleontología de CECOAL, se están procesando muestras del sedimento que rodeaba a los tres ejemplares, para determinar si contiene granos de polen que permitan aportar, por primera vez, datos sobre la flora que convivía con los vertebrados fósiles hallados. La meticulosa tarea está a cargo de Dr. Lionel Pacella y la Lic. Claudia Lovera, ambos de CONICET.

Muerte en el pantano: reconstrucción de una tragedia familiar

Desde la Dirección del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar señala que “el conjunto de datos relevados durante y después del descubrimiento, nos han permitido recrear la forma en la que los tres armadillos encontraron su muerte en aquel humedal. Posiciones de los fósiles, distancias entre ellos, relevamientos fotográficos, análisis y disposición de los restos y características del sedimento, fueron trabajados junto al dibujante Jorge Portaz para reconstruir la trágica escena ocurrida hace medio millón de años atrás. La visión de una llanura salvaje donde todo alimento era aprovechado, ambientará el lugar de privilegio que este hallazgo tendrá en una de las salas del museo sampedrino. 

Por el contexto general y la disparidad de desarrollo que presentan los ejemplares de este grupo, inferimos que se trata de una familia o pequeña manada relacionada. Lo cierto es que se trata de un conjunto de ejemplares que aportarán novedosos datos al conocimiento de la fauna de grandes mamíferos extintos sudamericanos. El estudio de sus restos y el análisis del contexto en el que se los descubrió permitirán tener información detallada de las características geográficas y ambientales de la región, además del posible conocimiento de las plantas que poblaban el pantano donde fueron hallados.

Desde el punto del que se lo mire es un hallazgo muy valioso para la paleontología del Cuaternario”.

Interpretación del hallazgo lograda por el Museo, en conjunto con el dibujante Jorge Portaz. La escena muestra las posiciones en las que fueron hallados los ejemplares y el accionar de depredadores sobre uno de los adultos. Al fondo, el juvenil intenta escapar de los carnívoros.